Lo que me interesa de contar la historia es
que la gente pueda entender cómo se siente uno en el caso de ser la
víctima de acoso escolar y tengan un acercamiento a los sentimientos de
dolor y frustración que uno vive en las situaciones de ese tipo de
acoso.
Cuando nací yo presenté un problema
psicomotor, según la historia clínica yo tuve parálisis cerebral leve y
estuve casi toda mi infancia y adolescencia en diferentes terapias
(fisioterapia, terapia de lenguaje, etc). Aparentemente yo no tenía las
capacidades cognitivas y físicas de un niño "normal", tanto así que yo
empecé a caminar y a hablar a las 4 años de edad.
Los
médicos le recomendaron a mi mamá que me llevara a un colegio para
niños especiales (niños con discapacidad mental), sin embargo, después
de un mes a mi mamá no le agradó mucho la idea de tenerme en ese colegio
y me inscribió en el jardín donde estudiaba mi hermana. Desde ese
entonces, por el hecho de no poder caminar fui víctima de abusos por
parte de los otros niños.
Yo empecé a demostrar
que a pesar de las supuestas incapacidades físicas, mis capacidades
cognitivas eran completamente normales, como las de cualquier niño. Así
que a los 4 años, después de dar mis primeros pasos entré a estudiar la
primaria en un colegio tradicional. Yo tenía ademanes de un niño con
discapacidad, es decir, primero que todo me tropezaba bastante porque
hasta ahora estaba empezando a caminar, me quedaba con la boca abierta
cuando me centraba en algo, tenía (y aún tengo) un tic que me hacía
mover la cabeza de un lado a otro. Había una profesora en el primero, lo
recuerdo muy bien, que me lanzaba hacía el tablero y hacía que me
estrellara contra él y me regañaba porque no coloreaba bien. Mis padres
denunciaron este asunto ante la directora y la profesora fue expulsada
del colegio.
Creo que mi infancia fue
salvaguardada por el hecho de tener una familia amorosa y en el colegio
lo que me ayudó fue empezar a ser una alumna sobresaliente, entonces ahí
me gané el aprecio de los profesores.
El
bachillerato fue un infierno, ya que era un colegio muchísimo más grande
que en el que estudié la primaria. En el primer año tuve una profesora
que me remedaba y hacía que todos los niños se burlaran de mí. Tuve que
soportar un sinnúmero de burlas y apodos. Tuve que soportar el rechazo.
Esas burlas de los demás compañeros la verdad hacen que uno se sienta
mal consigo mismo, uno se siente menospreciado, defectuoso, no sé, el
autoestima se le baja a uno hasta el suelo. Uno siente que no merece
estar en el mundo, uno siente un dolor que nadie más puede describir.
Yo
recuerdo que muchísimas veces lloré, llegaba a mi casa triste y no
sabía qué hacer. Otro aspecto que me parece terrible es que uno no tiene
soluciones a la mano. En mi caso particular, recuerdo que la única
solución que yo escuchaba era a mi papá diciendo que iba a mandar a
alguien que asustara a esos niños. Yo le decía que no, porque la verdad
no veía eso en qué me podía ayudar.
Pienso que
los padres deben hacer dos cosas, primero, educar a los hijos para que
aprendan a aceptar, a convivir e incluso a acercarse a quienes son
diferentes
y lo más importante a respetarlos realmente. Lo
segundo, es que los padres que tengan un hijo en condición de matoneo o
acoso escolar, lo que deben hacer es brindar soluciones que hagan que el
hijo se sienta apoyado, por ejemplo, hablar con los profesores, con el
área de trabajo social y también darle soluciones al niño para que él
las pueda llevar a cabo.
Yo recuerdo que
durante cuatro años viví esa experiencia amarga del acoso y sobre todo
del matoneo, como le llaman actualmente, porque en esa época no existían
esos conceptos.
Otra cosa que recuerdo es que también nació un deseo de morir e incluso de cometer suicidio.
Hubo
un grado en el que me cambiaron de curso y completamente de compañeros.
Yo la verdad en ese tiempo lo único que había pensado era pedirle a mis
padres que me cambiaran de colegio. Cuando me cambiaron de curso la
verdad fue una bendición, porque ahí encontré nueva gente, empecé a
tener amigas y las cosas fueron diferentes y empezaron a mejorar en mi
vida.
El único consejo sabio que recibí fue por
parte de mi hermana que me decía que cuando una persona se burlaba de
uno en exceso es que quería ocultar algo, me dijo algo así como "busca
qué defecto están tratando de esconder y trata de hacerlo notar". Ese
consejo me sirvió en el sentido de que empecé a notar en ellos personas
con defectos tal y como uno y eso me ayudó a enfrentarlos en situaciones
posteriores ya en el último año que volví al curso con algunos de
ellos.
El acoso escolar deja muchas secuelas
que son complicadas de sanar. En mi época de estudiante de colegio no
habían los conceptos que se manejan ahora con respecto al acoso y al
matoneo. No existían muchas formas de defensa, no existía el concepto
que uno puede buscar ayuda profesional y que no por eso uno está loco.
Ahora pienso que hay muchas herramientas para ayudar a los niños a
superar casos de abuso, pero las situaciones de abuso siguen siendo las
mismas que en mi época.
Siento que a pesar de
que estamos en una sociedad donde se habla de tolerancia, de respeto, de
diversidad, aún no le están enseñando a los chicos cómo respetar las
diferencias, incluso la gente adulta se burla de los demás por creer en x
religión, tener y ideologías, tener ciertas preferencias sexuales, etc.
Pienso que son conceptos que están muy arraigados en la sociedad y que
son paradigmas que hay que eliminar.
Yo le doy
gracias a Dios que a pesar de la situación tan fuerte que tuve que
vivir, porque posiblemente mis líneas no reflejen lo que sentía en esa
época; he podido ir rompiendo y cambiando las secuelas tan arraigadas
que dejaron esas vivencias en mí. Un día, ya estando en la universidad
tuve que enfrentar el hecho del deseo de morir y cambiar el chip y
empezar a amar la vida, también, ya bastante crecida, tuve que empezar a
valorarme como persona y hacer del amor propio una realidad. También
tuve la oportunidad de encontrarme con los antiguos compañeros de
colegio y poder sanar viejas heridas y perdonar.
Gracias
a Dios he podido seguir adelante con mi vida, después de duras
batallas. Actualmente tengo una profesión, una maestría, quiero
continuar con los estudios de doctorado, tengo un trabajo que me encanta
hacer y de un tiempo para acá, después de haber matado demonios, siento
que tengo una vida fabulosa y quiero seguir adelante. He descubierto
una vida hermosa después de todo lo que viví. Sin embargo, sé que para
muchos muere la esperanza y prefieren suicidarse que seguir tolerando la
situación. De verdad que admiro el proyecto porque no hay que permitir
que más vidas se pierdan por cosas que se pueden solucionar y que pueden
cambiar.
Bueno, espero que mi relato sirva
para que todos empecemos a tomar consciencia que el acoso escolar no es
sólo una situación, sino es un asunto que afecta fuertemente la vida de
quien lo sufre, por eso hay que cambiar esas situaciones.
Muchas gracias por leerme.
Autor/a del relato:
Marlita Linda
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